Escritura Automá[crí]tica XXVIII
Publicar después de muerto. Ventajas
¡Qué extraordinario hecho sería que sólo se publicaran
textos de escritores muertos!
Que los escritores fueran escribiendo durante toda su vida y
acumulando manuscritos y manuscritos. Que las editoriales, las familias, los
amigos estuviesen al tanto. Pero el público en general, no.
Que una vez fallecido el artista, su obra comenzase su
periplo y pudiera suceder de todo: Que ninguna editorial quisiese publicarla,
que fuese un éxito tremendo, que se empezase a estudiar en las universidades,
que le fuesen concedidos premios, póstumos claro.
En pocas palabras, que tras la muerte del escritor se
iniciase su carrera literaria.
¿Qué se conseguiría con eso?
Que no se escribiese tanto, tan innecesariamente y con
intenciones poco confesables, que se escribiese por razones meramente
artísticas o de pura locura, otra forma de ser artista, que el autor no
perdiese el tiempo hablando de su obra literaria, que no hubiese escritores
adelantados a su tiempo, que las interpretaciones de los escritos fuesen como
gritos lanzados al vacio, que las críticas no fuesen ataques personales.
Este planteamiento tiene un punto débil y es que yo soy un escritor
que no ha publicado ningún texto. Ya estoy oyendo las exclamaciones, ¡No me
extraña nada que diga eso, si no ha publicado nunca!
Y todos en mente tendrían el resentimiento, la frustración,
etc., etc.
Y podría ser.
Pero, ¿Y si no lo fuera? ¿Y si tuviese algo de razón?
Piénsese, pero no necesariamente exístase.
También alguien dirá, ¿Y de qué vivirían? Pues no sé, habría
que preguntarle a Kafka o a Pessoa.