¿Hacia dónde vamos?
De entre todos los seres vivos conocidos el único que sabe lo que quiere es el hombre. Bueno no es que lo sepamos, nos lo preguntamos, que ya es una forma de saber.
¿Y el resto de los seres vivos?
El resto de los seres vivos come, se
reproduce, dormita y se muere.
¿Y nosotros?
Bueno, lo nuestro es más complejo.
Porque somos inteligentes.
Hay mucha gente, casi toda, que piensa que
nosotros somos los abanderados, que vamos por delante. Yo, alguna vez, me he
preguntado si no pasará que somos los últimos. Que hubo un tiempo en que todos
los seres vivos eran inteligentes. Que después pasó no sé qué, todos menos el
hombre se sumieron en el instinto y ahí siguen, sin otra motivación que comer y
reproducirse.
¿Y por qué digo esto?
Pues porque veo claros indicios de que
nuestro sueño inconfesable, nuestra ilusión más salvaje es vivir como los
animales.
¿Por qué digo esto?
Pues porque observo que en cuanto al hombre
se le da lo mínimo para estar satisfecho, cesa toda actividad llamémosle humana.
Claro que parto de unos principios, de una
hipótesis, que incluso a mí me parece controvertida.
Esta hipótesis dice que todo ser humano actúa
en la consecución de un bien material. Teniendo en cuenta que un bien
espiritual es lo más material que hay. Cuando material no es lo físico que se
toca o sensorialmente se devora, sino aquello que satisface todas nuestras
necesidades, no sólo las sensoriales.
Por ejemplo,
¿Por qué escribía como un poseso Robert
Walser, que podía pasar por ser un escritor puro, sin oficio ni beneficio?
Error. Lo tenía. Mucho oficio y el beneficio
no sé cual sería pero algo debería encontrar para dedicarse a ello con el
ímpetu que lo hacía.
¿Estaba Robert Walser, sólo es un ejemplo hay
más, los místicos, por ejemplo, o los budistas, en una etapa avanzada de
materialismo? ¿Suponía para él tanta tangibilidad una página escrita como para
otros seres humanos una comida opípara, una guerra ganada o la posesión de
riquezas sin cuento? No lo sé, pero tan obsesionado con su tarea estaba como Alejandro
Magno conquistando el mundo o Nerón destruyéndolo.
O sea que el próximo paso de Robert Walser podía
haber sido, digo yo, presa de la desesperación de no saber por dónde seguir,
sumirse otra vez en la animalidad. El instinto. Come back home.
Si no me equivoco en mi hipótesis, en la que
se dibuja una evolución desde el materialismo más prosaico al materialismo más
espiritual, pensar en una fase ulterior que hubieran sufrido el resto de las
especies en la que se les hacía evidente y palpable el callejón sin salida en
el que estaban, culminado el camino del materialismo más espiritual, no es un
desatino. Fantasía, quizás pero no desatino.
Puestas las especies en esa tesitura, ¿No
suena a lógico el abandono de la tarea y el repliegue hacia el punto de inicio,
dónde si bien se perdían opciones se ganaba tranquilidad? Cayendo en brazos de
la ignorancia y la inconsciencia de nuevo.
Y eso fue así, ¿Por qué el hombre se reveló?
¿O es que no estaba entonces?
Pudiera ser que fuéramos la especie más tonta
de entre todas las existentes y que allí dónde todas entendieron el repliegue
hacia los instintos primigenios para salvarse del desconsuelo infinito,
nosotros nos quedáramos con la boca abierta y con cara de bobalicones, y ahora
estemos haciéndonos pasar por los más listos cuando el resto de las especies
viven tan inconscientemente que ni picardía tienen para reírse de nuestros
esfuerzos vanos.
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