jueves, 14 de enero de 2016

Escritura Automá[crí]tica XIX



Alcoholismo y Religión. O Consumo.

Hay personas que son creyentes y hay personas que son alcohólicas. Y hay personas que son creyentes y alcohólicas. Son las avariciosas. Que lo quieren tener todo.
En fin, es aceptable. Cada uno palia la angustia como puede. Los que aguantamos a pie firme, a pelo, sin preservativo de ningún tipo, lo pasamos mal pero nos curtimos, o simplemente nos engañamos y pensamos que podemos llegar ser eternos, que aunque parezca mentira es una posibilidad que muchos no descartan. Cuando les aprietas,
-Pero no ves que es imposible, que no se conoce ningún caso, serias el primero.
Va y te contesta,
-Nunca se sabe, alguien tendrá que ser el primero.
Morirse curtido no deja de ser un éxito. Un cadáver lleno de cicatrices da menos pena que uno impoluto y casi sin estrenar. De ahí la tristeza que produce un infante difunto.
También, aparte de que comparten la función paliativa, el alcoholismo y la religión nos llegan de la misma manera. O mecánicamente, casi sin darnos cuenta, o como fármaco, nos adentramos en esas sendas como un sediento en un oasis.
En España, tradicionalmente un país de bares y copichuelas, la iniciación en el alcohol es tan natural como pasar de pantalones cortos a largos o pasar del Instituto a la Universidad. La primera cerveza amarga y extraña tanto como el primer Padrenuestro que tienes que rezar y le encuentras la misma falta de sentido.
Acabas la adolescencia saboreando la cerveza y con el Padrenuestro grabado a fuego en alguna parte de tu cerebro*. Y con las consecuencias pertinentes formando parte de ti. Para siempre. Hasta que te mueras. Que es al fin y al cabo la razón de tanto alcohol y tanto rezo.
Ambas opciones se han acomodado a ti. Podrás optar por ser un consumidor con sentido común o podrás caer en el consumo adictivo.
Te lo pusieron allí y cuando quisiste darte cuenta estabas poseído.
¿Cuántos españoles hay que no saben contestar a la pregunta de ¿Cómo empezaron a beber?? ¿Qué razón concreta? Empezaron. Un día. En una fiesta. En un bar de cuyo nombre no se acuerdan. Beben. Es todo.
Y a la pregunta de ¿Por qué siguen bebiendo?
¿Cuántos españoles hay que se declaran creyentes pero no practicantes?
Eso, ¿Qué quiere decir? Eso, ¿Se puede ser?
Pero en ambos casos, lo admitan o no, tanto uno como la otra aportan calor a su vida. A su alma. De manera inexplicable, pero así es.
Y todos lo entendemos.
Esta es la forma mecánica de llegar a estas dos soluciones, parches, ante el enigma existencial.
Después están los voluntarios. Los que las buscan soluciones, parches de forma insistente a lo largo de su vida. Los que han elegido. Los que han optado por uno de esos caminos o los dos.
Un día estás deprimido. Sientes que la vida es una mierda.
El amor de tu vida te ha dejado.
Te han despedido del trabajo que llevas desempeñando toda la vida.
Se te ha muerto un ser querido.
Tanta aflicción, dolor, indefensión.
Es un momento difícil de soportar.
Algunos se dan a la bebida y otros se hacen testigos de Jehová, devotos de la Iglesia del 4º advenimiento, vuelven a confesarse y a comulgar. Da tanta paz cuando ese funcionario de la Fe te da una ostia, perdón, una hostia.
O las dos cosas a la vez.
El alcohol atonta la lucidez e inmerso en la sangre te hace irresponsable. Irresponsable de todo, hasta de tu propia existencia. Es un gran consuelo. Que se pasa y hay que beber más.
La religión te despoja del interrogatorio supremo. ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué?
Todas esas preguntas tienen la misma respuesta. Es cosa de Dios. Creador de todo lo que existe. Incluido tú. Relájate. Lo que tenga que suceder, sucederá. Y cuando te mueras, que también es su voluntad, habrá otro mundo esperándote.
Qué mundo sea y en qué condiciones se disfrute es algo que está en función de cómo te hayas portado aquí.
Para entender todo esto hay que tener Fe, mucha Fe.
Los avariciosos, que quieren las dos soluciones a la vez, en realidad lo desean por falta de confianza y quieren asegurarse. Van de la Fe a la barra y de la barra a la Fe**.
En este ir y venir se entretienen hasta el final.
En este binomio de salida existencial, el consumo está intentando ocupar un espacio.
Le va a costar pero ahí está.


*Habrá algunos que mientras están de acuerdo en lo de la cerveza, piensan que lo del Padrenuestro es cosa del pasado, que ya nadie se lo aprende o casi nadie… ¡Ya!
Una de las virtudes diabólicas de la religión en nuestros días es que cuando naces ya está allí. Como prueba cójase el texto del Padrenuestro y recítese.
Pues eso.

**Nótese en como los católicos, siempre conservadores, para asegurar el resultado añaden en la ceremonia de la misa, por si falta Fe, una copichuela de vino, a la que han bautizado como sangre de Cristo.
No se les escapa ni una. De ahí que lleven tantos años gobernando sin necesidad de dictaduras, ni de elecciones, ni de monsergas…su reino no es de este mundo.