La fuerza
de la inercia
Cuando me enteré, hace años, hablando
con un conocido que dominaba el mundo de la mar, de que los
petroleros debían parar los motores no sé cuánto tiempo antes,
mucho, de llegar a un puerto y atracar, me quedé estupefacto.
Efectivamente, me aclaró el conocido,
si no se hacía así el petrolero acabaría por estrellarse contra el
muelle de atraque y llevándose por delante un buen trozo del puerto
y puede que de la ciudad que se asomaba a él. Una masa tan enorme no
se puede parar de inmediato. Se necesitaría una cantidad muy elevada
de energía. Con lo que eso supondría para los costes.
La fuerza de inercia, me dijo.
Era lógico. ¿Cómo no había reparado
en ello?
La fuerza de inercia es esa fuerza que
continua moviendo una masa cuando la fuerza que la impulsaba ha
dejado de ejercerse.
La masa acaba frenándose y cesando en
su movimiento. A causa de la gravedad y el rozamiento.
Si no hubiera gravedad y rozamiento,
¿qué pasaría?
Algo en movimiento seguiría en
movimiento eternamente si no se le frenaba.
La fuerza de inercia, esa fuerza
incitante, invitadora, que persiste cuando la fuerza detonante ha
desparecido se manifiesta en otros mundos, aparte del de la dinámica.
Por ejemplo, en el mundo del arte.
Así el movimiento pictórico conocido
como “Impresionismo”. Nacido hace ya lustros, casi un siglo. La
fuerza de inercia todavía sigue alimentando su trayectoria.
¿Y qué decir de esa sagrada
institución llamada la familia? Un movimiento unionista que todavía
hoy sigue su singladura utilizando la herramienta del matrimonio que
en su momento azuzó sus motores con una energía que parece
inextinguible, el sexo.
Dejó el sexo de alimentar esa nave y
ésta sigue como si nada, navegando en brazos de la fuerza de inercia
que pasa de padres a hijos.
En realidad se puede decir que un gran
porcentaje de lo que sucede lo hace por inercia.
Y gracias a otro tipo de gravedad y a
otro tipo de rozamiento, estas fuerzas no se desvanecen…… se van
agotando y constantemente renaciendo.
Porque así como en la Dinámica la
gravedad terrestre y el rozamiento son claros, en los otros campos la
gravedad adquiere múltiples aspectos y el rozamiento, infinitas
intensidades e incluso enfrentamientos de variado pelaje.
Amén de un control de las dos contra –
fuerzas, control y conducción, que permiten a estas fuerzas de
inercia desde inyectarnos productos de consumo hasta componentes de
la ética, la justicia y el cultivo de bonsáis.
E incluso crear cruceros a diferentes
“másallases”. Según clima e intereses.
Las más peligrosas son esas que a
pesar de parar los motores empujan tercamente sin agotarse hasta
estrellarse contra el muelle de todo un país y a veces llegando a
atravesarlo de parte a parte, dejándolo convertido en dos. La parte
del Norte o del Sur. Del Oeste o del Este. O a romperlo de tal manera
que queda hecho añicos.
Aunque parece aceptado que al ser una
fuerza de inercia, nos libramos de cualquier responsabilidad directa.
Sólo se nos olvidó parar antes los motores. Una falta
administrativa, si llega.
Sucedió en las Azores. Que llegó el
petrolero hasta Irak y ahí anda, que todavía no se ha parado. Tal
fuerza de inercia llevaba. Igual había que haber parado antes los
motores. O haber puesto otro rumbo. Capitanes inexpertos y venales
que con pocos años de singladura, osaron.
Como se ve, excusa perfecta para llevar
a cabo cualquier proyecto, y poder seguir después, contemplando la
nave hasta cuando las masas digan basta. Que sucederá cuando estas
masas se cansen de vivir así. Por inercia también. Porque en
muchos casos hace tiempo que los motores no se oyen. Se oye la
gravedad de los hechos y el rozamiento de las pateras contra el agua
de la mar o las pieles contra las alambradas.